«A finales de noviembre de 2024 operaron a nuestra hija (4,5 años) en el Hospital Materno-Infantil Miguel Servet de Zaragoza.
Unas semanas antes nos sorprendió conocer por otras familias que sólo se nos permitiría acompañarla hasta el bloque quirúrgico, y no hasta que se durmiese ni al despertar. Así que lo solicitamos al hospital por escrito y con antelación. No recibimos respuesta.
La respuesta llegó 10 minutos antes de llevársela al quirófano: el equipo quirúrgico se presentó en la habitación y mostraron su negativa, argumentando protocolo, falta de recursos materiales y humanos, además de un diseño arquitectónico inadecuado de los quirófanos para el acompañamiento. Sentimos una gran impotencia.
De camino al quirófano ella pedía que la acompañase mamá.
El momento de la despedida fue ciertamente duro: le dimos todo nuestro apoyo, le “presentamos” a las enfermeras que estarían con ella y le aseguramos que seguiríamos al otro lado en todo momento. Al volver a verla tras la intervención, su estado de nervios, lloros y enfado era enorme. No conseguíamos calmarla…hasta que cayó rendida y se quedó dormida.»