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María Pilar

«A mi hija la operaron dos veces con un margen de seis meses, en las dos intervenciones me dejaron estar con ella hasta la puerta del quirófano cuando la anestesia empezó a hacerle efecto y lo mismo en cuanto salió de la intervención, baje y estuve a su lado cuando empezaba a despertarse viendo mi cara nada más abrir los ojos y notando nuestras manos unidas.

Para ella, tener una mano y cara conocida en esos momentos tan difíciles fue fundamental para afrontar la segunda intervención y para los padres poder estar con ellos también.»